Bien vale la huida se expuso como exposición individual en el Club Diario Levante de Valencia en 1993 como el primer intento de esbozar una poética propia basada en el uso de un lenguaje figurativo y una concepción de la imagen fundamentada en una construcción coherente del espacio proyectivo.
Desde el punto de vista de las metodologías creativas, éstas se situaron en la esfera del surrealismo, usando recursos propios del mismo, especialmente el cambio de escala y la ruptura con la lógica de lo real-empírico. Se esbozaba en aquellos cuadros elementos temáticos que luego fueron recurrentes, como la interrogación sobre la identidad y la ubicación del individuo en su entorno social: la búsqueda del yo y la relación con el otro.